Desaparecidos

La tragedia de las personas desaparecidas es tan antigua como la propia humanidad. Sin embargo, todavía existe una comprensión muy limitada del carácter diversa y de las grandes repercusiones de este problema mundial.

Hay pocas estadísticas exhaustivas y fiables sobre el número de personas que desaparecidos en todo el mundo como resultado de la trata, la violencia relacionada con las drogas y la migración. Incluso el número de personas desaparecidas como resultado de los conflictos armados y los abusos contra los derechos humanos, que son monitoreados con mayor intensidad, son difíciles de verificar, dada la reticencia de la mayoría de los estados a tratar con honestidad y eficacia este tema.

Sin embargo, durante las dos últimas décadas ha habido una evolución sorprendente en la forma en que se aborda la cuestión de los desaparecidos, en particular después de conflictos y desastres. También ha habido un aumento correspondiente en la conciencia de la necesidad de una respuesta internacional concertada al desafío mundial de las personas desaparecidas. Además, los desarrollos en el ámbito de la genética, el uso de métodos forenses modernos y la creación de bases de datos dedicadas han permitido localizar e identificar personas desaparecidas con un nivel de eficiencia y certeza que antes no era posible.

Estos avances son cuantificables. Se han dado cuenta de más personas que desaparecieron durante los recientes conflictos y catástrofes que en el caso de hace décadas. Los conflictos que tuvieron lugar en la ex – Yugoslavia durante los años según 1990 son un ejemplo de ello. Se estima que 40.000 personas desaparecieron como consecuencia de los conflictos armados, los abusos de los derechos humanos y otras atrocidades. Hoy en día, 70 por ciento de los desaparecidos han dado cuenta. La pérdida masiva de vidas después de los ataques en la Ciudad de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 es otro caso en el que, tras extensos esfuerzos, la mayoría de los muertos han sido identificados. El esfuerzo sin precedentes de las fuerzas policiales del mundo para dar cuenta de personas desaparecidas en el Tsunami del Sudeste Asiático 2004 es otro ejemplo de la capacidad de reunir recursos a nivel internacional, lo que dio como resultado la contabilización de un número significativo de desaparecidos.

Estos avances han repercutido en el desarrollo de países que emergen de períodos de conflicto y abusos sistemáticos de los derechos humanos, y en sociedades que están llegando a un acuerdo con desastres a gran escala. Este ha sido el caso, por ejemplo, en los países de la antigua Yugoslavia, Argentina, Chile y Sudáfrica. En cada uno de estos casos, los estados han asumido la titularidad del proceso, se han hecho esfuerzos para investigar los casos adecuadamente y para que los autores rindan cuentas, la sociedad civil se ha comprometido activamente y los métodos forenses modernos, incluida la coincidencia de DNA, han sido utilizados. Estos factores también han tenido una incidencia significativa en los juicios penales, fortaleciendo el estado de derecho y acordando a familiares de los desaparecidos no sólo el derecho a conocer el destino y las circunstancias de los desaparecidos, sino los medios para buscar justicia y reparaciones.

Cuando las personas desaparecidas después de un desastre, las agencias policiales generalmente toman la iniciativa, lo que ayuda a asegurar que las técnicas actualizadas, incluidos los métodos forenses modernos, se empleen para localizar e identificar a las víctimas. Estos esfuerzos están además anclados en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y en el Convenio Europeo de Derechos Humanos (Derecho a la Vida), así como en otros instrumentos internacionales pertinentes que obligan a las autoridades públicas a llevar a cabo investigaciones efectivas incluso cuando no hay responsabilidad directa del estado por una muerte, o para una persona que va a desaparecer.

El problema de las personas desaparecidas no respeta las fronteras, si faltan personas como consecuencia de conflictos, violaciones de los derechos humanos, desastres, violencia organizada o flujos de refugiados y migraciones. Por esta razón, la cuestión de los desaparecidos se entiende cada vez más como un desafío global que exige una respuesta internacional estructurada y sostenible en lugar de enfoques específicos de la situación no coordinada, como necesario. El papel de la comunidad internacional también ha evolucionado como consecuencia de ello.

La perspectiva mundial en desarrollo se enmarcó en la década de 1990 cuando, junto con otros tribunales internacionales e híbridos, la Corte Penal Internacional (ICC), el Tribunal Penal Internacional para la ex -Yugoslavia (ICTY) y se establecieron el Tribunal Penal Internacional para Ruanda. La experiencia del Tsunami de 2004, incluyendo los esfuerzos de la Interpol y otros para establecer una plataforma permanente para responder a los desastres, resaltó la necesidad y la efectividad de una respuesta internacional coordinada.

Se están examinando iniciativas globales para localizar a personas desaparecidas como resultado de la violencia organizada y dentro de las poblaciones de refugiados y migrantes. Estas iniciativas requerirán una mejor cooperación entre los Estados, lo que incluye mejorar el intercambio de información y un mejor uso de los mecanismos avanzados de comunicación y procesamiento de datos.

Los progresos sustanciales que ya se han logrado deben ser analizados y revisados, y se deben explorar nuevos conceptos y estrategias para desarrollar una respuesta global eficaz a un problema mundial fundamental y apremiante.

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